Muchos de los turistas que viajan a Pekín se preocupan por una de las peores cosas que tiene la ciudad, la contaminación. Realmente no se equivocan en sus pensamientos, la contaminación que hay es brutal, la normal ausencia de lluvias se suma a las 21 millones de personas que colman la ciudad de coches, motos (aunque la mayoría son electricas) y emisiones de gases de todo tipo.
Cuando uno no está acostumbrado a estos altos índices de contaminación y viaja a Pekín, al llegar al aeropuerto y durante el primer día y medio de estancia en la capital china lo normal es que notes algo de picor en la garganta y en los ojos. Una vez haya pasado ese tiempo tu cuerpo se acostumbrará y dejarás de notar cualquier molestia.
Para combatir la contaminación el gobierno chino a propuesto una serie de normativas que contemplan la limitación del uso del transporte privado entre otras cosas. No obstante, una de las grandes sorpresas que ofrece Pekín, es que tiene multitud de grandes parques y espacios verdes en los que poder relajarte y escapar en parte de la contaminación. Entre todos ellos recomiendo encarecidamente, el Palacio de Verano y el Beihai Park, al lado de la Ciudad Prohibida. Además de ofrecer esta vía de escape de la contaminación de la ciudad también por su belleza es una visita obligada.
Para luchar contra la contaminación hay gente que utiliza mascarillas, no obstante son los menos y no es nada común entre los propios chinos al no ser que haya alguna epidemia en la zona. Su precio no suele superar los 20 yuanes (2,50 euros). En cualquier caso no se alarmen a pesar de las fotos que puedan ver, lo normal es que la contaminación no sea ningún tipo de impedimento para la realización de todas las visitas. Lo único que hay que tener en cuenta es no beber agua del grifo pues no es potable y el agua embotellada es muy barata.
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